DIALOGO DE  SEPULTUREROS EN TORNO A LOS SEPULCROS

 

Las alianzas electorales pueden revestir - no es necesario recurrir a demostraciones prolijas -  muchas formas. La experiencia nacional al respecto es muy amplia e ingeniosa la ley de lemas, con sus derivados, facilita las combinaciones.

Bajo un mismo lema y sublema se unen dos más personas  - ¿no es ahora el caso de Michelini y Renán Rodríguez? - ; dos o varias listas - la lista 41 del Sr. Erro en las elecciones del 58, acumuló los votos de otras - buscan el amparo de igual sublema; varias fuerzas con organización autónoma y aún definición diversas  - Haedo y la U.B.D., los distintos grupos que coinciden en la candidatura del general Gestido, etc., etc. -  sufragan unidos. Menos común, es la alianza de fuerzas de distinto origen o filiación. Aunque el llamado ruralismo se proclamase apolítico, era y es evidente que tiene un propósito político, como no tardó en comprobarse. Se acogió al lema Partido Nacional, a cambio de una participación activa en el gobierno. Pero la verdad es que el ruralismo como tal, no había actuado nunca con lema y autoridades propias, en las elecciones anteriores a 1958.

Decidió en este año injertarse en el nacionalismo. Digamos de paso que los resultados del injerto a la vista están.

En cambio, no se ha visto en los últimos tiempos  - no tomamos en cuenta la actitud de

la minoría nacionalista en 1903, o la alianza liberal socialista en 1911 -  que fuerzas de lemas distintos se unan.

Cuando la posibilidad o la necesidad de crear la llamada izquierda nacional se manifestó, dos caminos, creemos, se abrían:

- La alianza electoral de todas las fuerzas o partidos que se situaban a la izquierda, alianza que podía convertirse en fusión o podía mantener las autoridades y organizaciones propias.

- La creación de una nueva fuerza, no por la unión electoral de las preexistentes; pero sí sobre la base de un vasto movimiento nacional, en el cual esas fuerzas desembocaran y se confundieran. Un nuevo partido con un nuevo lema, nuevas autoridades y nuevas directivas.

Tarea muy difícil, sin duda, y aspiración que puede ser tachada, fácil y ligeramente, de teórica. Lo mejor, se dice y si no se dice se piensa, es enemigo de lo bueno. Empecemos de a poco; pongamos los cimientos, lancemos las semillas. El 62 es una etapa y su afán limitado. Habrá adquirido significación ya, si nos permite mayores logros en el futuro.

Puede que esta prudencia además de explicarse, se justifique, y además de justificarse, sea fecunda. No pretendemos tener la verdad; pero nada ni nadie puede impedirnos decir la nuestra.

No creemos que sea hora de esperar. Y no lo creemos por los siguientes motivos, que, volvemos a repetir, pueden estar equivocados.

- Maneco Flores nos acusa, con vehemencia y cordialidad, de olvidar que la 15 es también izquierda y la más numerosa del país. Todo lo que tiende a desfibrarla, según dice, tiende a hacer mayores las posibilidades de triunfo de la reacción dentro del propio lema colorado o fuera de éste.

L recordamos al amigo Flores, para fortificar aparentemente su posición y darle más alas a su fervor, una conversación que mantuvimos hace pocos meses en Europa con un exiliado español, aviador de las fuerzas republicanas en la guerra del 36, que además de conocer el destierro y la miseria, padeció el horror de los campos de concentración, en uno de los cuales, por cierto, murió el hermano de López Silveira. “Supongo, nos dijo, que la izquierda en el Uruguay no reincidirá en el error de quitarle votos al batllismo quincista. Al margen  de las fallas y los desaciertos que marcaron la gestión de éste, es la única alternativa posible, subrayo, posible de evitar que le reacción se entronice”.

Al español de nuestro diálogo ya lejano y a Maneco Flores del reciente encontronazo, le replicamos igual:

No discutimos la filiación ideológica de la 15; no entramos, lupa, piqueta o calendario en mano, a señalar los errores o los aciertos de su gestión. El nudo es otro. Partimos de un punto de vista que no queremos abandonar. La 15 es el lema Partido Colorado. Los grandes partidos, han agotado como tales, sus posibilidades. El coloradismo en sus noventa años largos de poder.  El Partido Nacional,  en estos cuatro, de peleas intestinas, de agrios choques, de dispersión y confusión de fines. Esos grandes partidos, por su caótica composición, y que sólo se mantienen por la organización electoral, aunque estuvieran  integrados  o dirigidos por los sabios de Grecia, no pueden gobernar.

Repetimos: la 15 es el Partido Co1orado. SI el coloradismo gana las elecciones y si dentro del lema gana la l5, ésta para que la máquina  ande, tendrá que  contar forzosa, inevitable, ineludiblemente, con el apoyo de la otra fracción minoritaria del mismo partido. Ser, como lo fue de de las elecciones del 50, de las elecciones del 54, su prisionera. No se trata pues, de optar entre la 15, aún admitiendo que sea la única izquierda posible y la reacción. SI se vota por la 15, se vota, por uno de los grandes partidos, en cuyo seno, otra fuerza política, aún minoritaria, pero siempre decisiva, no dejará a la 15, supuesto, con buena voluntad, que esta quiera intentarlo, gobernar para introducir las reformas sustanciales que el país reclama.

Entiéndase bien, ¡por favor! No queremos intervenir en los conflictos internos del coloradismo. Carecemos de autoridad para hacerlo. No incurrimos ni incurriremos en torpeza semejante. Pero si para la 15 sus adversarios dentro de filas están a la derecha, no comprendernos - nuestra lógica es simple y elemental - como puede pretender que gobernando hacia la izquierda, cuando necesitará imprescindiblemente de los votos de esa derecha. Este es el drama, permítasenos una referencia de orden personal, el verdadero drama del Sr. Luis Bat1le. Y comprendemos – envejecer es comprender - que no se puede saltar las vallas y romper los moldes, cuando pesa un apellido cargado de historia, una tradición familiar y una larga vida durante la cua1, a la sombra de un lema partidario, se han conquistado las más altas posiciones políticas en el país. Es la ventaja de ser un don nadie.

Nosotros, políticamente, somos un don nadie y nos podemos dar, vista esa nuestra condición, algunos pequeños lujos. Por ejemplo, éste de charlar y teorizar.

Como creemos que históricamente los partidos tradicionales – tiempo más, tiempo menos, se verá - están agotados; come creemos, asimismo, que la alternativa nacionalista mantenida como una esperanza durante muchos años, ha dado ya sus frutos, pensamos también que nunca, a todo lo largo de nuestra historia, ha aparecido como ahora, oportunidad igual para tentar la experiencia de un nuevo partido. Puede, no lo negamos, que mañana la oportunidad sea aún más favorable. Puede, estamos seguros que la necesidad de esa creación se haga en el futuro más imperiosa.

Pero cabe temer también:

- que la vía adoptada conduzca a un punto muerto y que sea necesario recomenzar;

-que se infunda a las gentes que esperan - hay que creer que esas gentes existen - un sentimiento de frustración;

- que los hechos, y las horas se precipiten y no nos den, en lo inmediato, oportunidad para rever el intento

A la gran crisis de los partidos tradicionales, crisis que por primera vez se plantea en toda su desnudez, debió responderse, nos parece, con un vasto planteo, con una gran solución nacional. Aunque fracasara los hechos, quedaría el mito y la imagen con su potencia fecundante.

En vez de lo cual se planeó, no digamos en pequeño, para no lastimar y herir que no es nuestra intención, una operación electoral reducida un cambio de nombre una fusión de números de lista, y a un agrupamiento fuerzas, alguna con  militancia política, otras, las más sin ninguna. Conjunción heterogénea de grupos dispares, a los duales pretende  inflar, para darle las características de una alianza amplia. No querernos referir a ninguno de esos grupos en particular para no echar al debate los ingredientes del personalismo. Vamos a hablar de nosotros mismos. En cierto momento se dijo que el grupo de MARCHA, participaría en la empresa. ¿Qué es el grupo de MARCHA? Políticamente cero.

MARCHA, con sus veintitrés años, puede tener o no tener, alguna significación en la evolución política del país. Obra aislada, solitaria que a nosotros no nos toca juzgar. En un extenso movimiento nacional, quizá el aporte de MARCHA, hubiera podido ser de alguna utilidad. En una alianza electoral, parcial y cojitranca por lo demás, ¿qué puede aportar MARCHA que ya, después de tantos años tiene que conocer no sólo sus posibilidades, sino no ante todo, sus limitaciones? Nada.

MARCHA no es una organización política, ni vocero de ninguna de ellas. Ha   renunciado a serlo. Aplíquese el cartabón que nosotros, sin piedad, nos aplicamos, a otras organizaciones reales o supuestas que  integran las nuevas alianzas y se comprenderá a 1a luz de la opinión  sobre lo propio, cuanto queremos decir referido a otros.

- Esa crisis de los grandes partidos que hemos señalado, crisis caracterizada por el caos, la heterogeneidad y la incapacidad consiguiente para gobernar, se produce en un momento muy especial. Dos veces especial.

En el plano interno, el país, - encarados los hechos, desde el punto de vida de la producción y del desarrollo -  esta sumido en el estancamiento y al borde del colapso. Es nuestra opinión, nuestra muy modesta opinión. Otros no participarán de ella. Pero es una opinión firmísima y lacerante. No entramos a discutir si situación semejante, es obra de los partidos o si el caos y el malestar interno de esos partidos es fruto de dicha situación. Debate sin objeto, entre otras razones, porque todo - causas y efectos - se confunde. Los grandes partidos actuales pudieron subsistir, mientras los complejos problemas de lo tiempos nuevos no aparecieron. Cuando tuvieron que encararlos, los soslayaron, los eludieron. Tal vez, de esta elusión de las responsabilidades, de esta fuga frente a lo perentorio y real, nacen el uso y abuso de las cortinas de humo, la agitación espasmódica, el tono personal inferior, irresponsable de los ataques y defensas. Complejo de frustración que busca un derivativo.

Todo está mal en el país. Todo en un desequilibrio permanente y enfermizo. Todo habituado a vivir del expediente. La enseñanza y la producción agraria; 1a organización industrial y las extendida red de bancos; la balanza comercial y la emisión monetaria; el presupuesto y los institutos llamados de previsión; los entes autónomos y los gobiernos municipales; las cárceles y los albergues; las policías y el ejército. Estructuras económicas y sociales, cuadros institucionales, todo se halla a la espera de la renovación o de la transformación; todo tiene necesidad del cambio.

Crear un nuevo partido significa crear una nueva fuerza, capaz de recoger la posta de los anteriores y capaz, sobre todo, de afrontar con soluciones concretas, ajustadas al país real, las dificultades crecientes de éste.

Y no es una alianza o aliancita electoral, con fuerzas existentes o inexistentes  y reparto

aritmético y numerado de puestos, lo que puede dar la cara a esas  dificultades y forjar el mito y encender el impulso, necesarios para tan difícil empresa. Si nos  evadimos del plano nacional, para mirar el ancho mundo, no dejará, esperamos, también de comprenderse que las circunstancias son especialísimas. Que una gran revolución está en marcha. Y no, por cierto, cabe calificar de tal, sólo a la soviética. Repetimos lo que tantas veces hemos dicho. ¿Es qué se cree que nosotros, dos millones y medio de habitantes, en este perdido rincón del hemisferio sur, cara al Atlántico, rodeados por países - Argentina y Brasil -  en ebullición, podemos seguir por el mismo trillo?

¿Es que se cree - hay por lo menos idea de lo que acontece - que la revolución rusa y la revolución china, y las experiencias que encabezan Tito, Nasser, Nehru, Fidel Castro y la descolonización y las luchas en Africa y la crisis de los imperios y el Mercado Común Europeo y los conflictos entre el poder civil y el poder militar en Estados Unidos, y las experiencias nucleares, son obra exclusiva y perfecta de un genio maléfico y que volveremos a los caminos, los cauces, los instrumentos y los moldes anteriores a 1914? ¿Es que no se comprende que un mundo murió en esa primera guerra y que históricamente otro fue parido, con dolor y con sangre y con dolor y sangre todavía busca sobrevivir? ¿Es que no se comprende que entre el 14 y el 45 se extiende la misma guerra, que no trajo la paz? SI así es, si así fuera ¿cómo no comprender también que tenemos que dar el salto hacia adelante y empezar por exigirnos un replanteo del país, un repensar de sus posibilidades y su destino, una revisión honda, desgarradora, de nuestras propias convicciones y de nuestros paralizadores esquemas, una recreación de las fuerzas políticas, de todas las fuerzas políticas, para aceptar el terrible reto del destino? Un reto, que no debe tener parangón en la historia.

- Acabarnos de escribir: una recreación de todas las fuerzas políticas. Queremos precisar con absoluta nitidez nuestro pensamiento, a riesgo de conjurar nuevas maldiciones y soportar nuevas calumnias.

1. Los tiempos exigen una nueva fuerza política. Los llamados partidos de Izquierda han acuñado alianzas electorales. Supuestas alianzas, agregarnos. En puridad de verdad, uno y otro partido, sin perder su personalidad, han procurado ganar algunos aliados. Esos dos partidos, subsisten con sus cuadros y sus programas.

2. Si en vez de procurar la creación de una nueva fuerza, se optó por la de forjar una alianza electoral, no comprendemos como, aquellos que se inclinaron por esa opción, no empezaron por construir la alianza de socialistas comunistas. Desde este punto de vista la posición de los últimos, hecho el natural descarte de lo que corresponde a la táctica machacona que les pertenece, nos parece más lógica que la de los primeros.

¿Por qué no se hizo esa alianza? Las razones parecerían ser de dos clases: unas sustanciales, otras, de táctica.

Empecemos por las últimas. El país es anticomunista. Aliarse con los comunistas es darle armas a la reacción. Que 1os comunistas nos  dejen tranquilos. En el futuro será posible recurrir a ellos Con todos los respetos debidos y son muchos, esta tesis nos parece insostenible y además contraproducente. Si no hay diferencias de fondo las razones de táctica no bastan. No convencen a nadie y tienen el peligro de descontentar a todos. Y llevan a crear, es lo que ha ocurrido, dos agrupamientos que se combaten, después de recurrir a los mismos métodos de captación.

Las otras razones calan más hondo. Son, como dijimos, sustanciales. No cabe la alianza con el comunismo – adúcese - porque no sólo no se comparten algunas de sus realizaciones sino, también, y sobre todo, porque las cumplidas en ciertos campos, deben ser condenadas. El comunismo, es un partido internacional, que está atado a la política nacional de una gran potencia, política nacional que sus panegiristas confunden con la revolución internacional. Se está con la URSS —dicen estos últimos— por que se está con la revolución, porque la URSS es la revolución.

No ocultaremos nuestra manera de pensar. Las razones precedentes nos parecen más lógicas y vitales que las otras referidas a la táctica. El comunismo es un partido internacional, el comunismo confunde revolución internacional con política nacional de la URSS.

Es un hecho. Un hecho también innegable, del cual hay abundantes pruebas. Y es con los hechos que hay que trabajar. Con los hechos y no con la retórica o las injurias.

Puede que los comunistas al asimilar política nacional de la URSS con revolución internacional, tengan razón. No lo creemos y porque no lo creemos, no somos, sin perjuicio de que medien otras razones, comunistas. Para nosotros, con nuestra mentalidad de pequeños burgueses, el eje de la acción política  aquí en 1962 en este país subdesarrollado es la defensa de la nacionalidad, una defensa feroz, repetimos el calificativo, porque el fenómeno central que condiciona todo nuestro quehacer es el imperialismo. Si en la lucha en que está comprometida nuestra supervivencia, la URSS o el diablo nos ayudan, por razones doctrinarias o por razones de interés, bienvenida esa ayuda, siempre que no nos comprometa, que no escapemos de Guatemala para caer en Guatepeor. A semejanza de que hicieron en los años de la independencia, los que a tientas y entre renunciamientos salvo Artigas, crearon nuestras patrias.  Napoleón podía ser la tiranía, pero nos sirvió para abatir a España; Inglaterra era ya el imperio, pero nos ayudó, algunas tajadas mediante, a cumplir la liberación.

Y esto nos lleva de la mano a lo que por hoy será el final de nuestras reflexiones.

- Sí para muchos, la única alianza electoral posible y explicable, entre partidos de izquierda no pudo hacerse por las diferencias sustanciales que los separan del comunismo, eso confirma que la vía no era la de dichas alianzas, sino la otra: la creación de una nueva fuerza, donde los tales partidos dejaran de existir.

- Hemos votado al socialismo en otras ocasiones. Lo volveremos a votar, aunque decir no interese, a nadie. Obligados a participar en el acto electoral, nos inclinaremos por la que consideramos la menos mala o la mejor de las fórmulas, sin olvidar, sería torpe y mezquino no reconocerlo, el respeto que merece la dura lucha en la cual los hombres de ese partido han estado empeñados y las virtudes y los méritos de que son poseedores. Pero como estamos dispuestos a vaciar el saco, queremos agregar y que nuestro sacrificado maestro Emilio Frugoni nos perdone:

En ningún país de América Latina, excepción hecha de Chile y esa experiencia habría que analizarla en detalle - y de Cuba donde se ha dado un conjunto de circunstancias todavía en evolución - han podido progresar o influir de manera decisiva el socialismo y el comunismo, como tales, es decir como partidos, con definición propia, sujetos, en un caso, a una Internacional y en otro, a la contraria. .

Es creemos también un hecho y basta mirar a la Argentina o al Brasil, para comprobarlo.

Basta mirar, sin salir de fronteras a nuestro país. Como lo decíamos en nuestro último artículo, la experiencia que ahora se inicia, prueba lo que antecede. Sobre todo en el caso del partido socialista. Se ha querido buscar una nueva vía, porque debe considerarse que la hasta ahora seguida, no conduce a la meta.

El nuevo partido de izquierda tendrá, que ser de inspiración netamente socialista y de honda raíz nacional y .a él deben venir hombres de todas las filiaciones, militen donde militen, que no le teman al progreso, ni a la justicia; que crean la capacidad creadora, por razones históricas, del proletariado y en la redención de, vastos sectores de la clase media, esa clase, cada vez más aherrojada entre el querer y el no poder.

Pero ese partido no puede ser ni uno de los mejores, ni la alianza electoral, y  pasajera y fugaz, de los dos, ni menos dos alianzas opuestas.

Ha de intentar la refundición de las fuerzas actuales y llamar así a la poblada columna de aquellos que en los sindicatos obreros, en los centros universitarios, en las duras jornadas productivas, tienen ya conciencia o empiezan a adquirirla de que la política nacional es hoy juego y diálogo, de sepultureros en torno a los sepulcros.

 

MARCHA, 7 de Septiembre de 1962