URUGUAY: DEUDA
EXTERNA e INTERNA, sus CAUSAS.
El tema es de una responsabilidad política insoslayable y a partir de
esta visión hay que buscar los caminos que nos llevaron a ella.
El
tema de la deuda está íntimamente vinculado al manejo político del País desde
1931. El rescate de la memoria histórica es imprescindible para conocer el origen y las causas de la
misma.
La
deuda ya está, creo que lo importante
es analizar las distintas vías que nos condujeron a ella. A través del
conocimiento de las causas, buscar los caminos que permitan realizar una auditoria de la misma. Sacar conclusiones
para deslindar responsabilidades; políticas, de los organismos de crédito
Internacionales –Fondo Monetario, Banco Mundial, etc, - y del manejo del crédito en un marco de
profundas asimetrías no contempladas y no asumidas por su costo político
electoral. Los impactos sociales y económicos de la misma, que pesan sobre el
país están a la vista; la pobreza, la indigencia y algo no medido, el
empobrecimiento y un gravísimo endeudamiento externo e interno.
La principal
causa de la deuda es el manejo político del País.
Hemos sido muy afectos a los mitos y algunos nos han dejados severas
secuelas.
El mito de una democracia impoluta – en el siglo xx - y tuvimos tres
golpes de estado en 40 años, entre 1933 y 1973.
El mito de la Suiza de América, que nos adormeció por décadas.
...Los partidos integran el Estado; son su
basamento. Por tanto, el Estado les pertenece. Toda la Administración Pública
ha sido politizada o partidizada, si se permite el horroroso neologismo. A esta
filosofía pertenecen el pacto – del chinchulín - del 31 y las reformas
constitucionales del 51. Los puestos se reparten proporcionalmente a los votos
(ley del 31) o se reparten a cuota fija, 3 y 2 (constitución del 51).
El elector ha perdido
cada vez más su libertad. El voto es secreto; los escrutinios limpios; el
fraude no existe; la coacción, teóricamente, tampoco. Pero a medida que las
garantías se han hecho mayores y más detalladas, la libertad de elegir se ha
ido diluyendo o desvaneciendo. Cada cuatro años el votante se ve ante un
dilema: o no votar - día llegará, es la culminación natural del proceso, en que
el voto se haga obligatorio — o votar las listas que los comités partidarios
confeccionan...
... Toda nuestra actual organización
política, es una organización de fachada, muy abogadil, muy “jurídica”, pero
artificial y artificiosa.
Cuida las formas, cumple los ritos,
respeta las apariencias; pero la realidad está ausente.
Carlos Quijano. Marcha, 3 de diciembre de
1953.
...Los funcionarios públicos y los
jubilados y pensionistas que no son ni pueden considerarse clases, suelen
servir de clientela a dichos grandes partidos. Y esto también es otro de los dramas
y otro aspecto del drama del Uruguay, porque nuestra democracia es una
democracia asentada sobre la clientela. Los "grandes partidos" se
mantendrán mientras puedan mantener a la clientela. Todo está en saber hasta
cuándo el país como país, es decir el país productor, que es el país real,
podrá subvenir a las necesidades de la clientela. Para decirlo en términos más
gráficos aunque menos exactos: en otras épocas las elecciones se ganaban con
el ejército y las policías; ahora, se ganan con los empleados públicos y los
jubilados y pensionistas.
Carlos Quijano Marcha, 15 de abril de 1966
Emigración
e Inmigración
El Estado paga mal a
muchos, en lugar de pagar mejor a menos que podrían desempeñar la tarea de
aquellos.
Pero esto se vincula a
otro problema. Tal vez más hondo. El electoralismo demagógico lo ha corrompido
todo y no se ve bien cómo dejará de corromperlo en los años próximos mientras
sigamos “tirando”, y a menos que se produzca la catástrofe presentida y que
cualquier accidente puede hacer estallar.
Para poder realizar esa
obra de corrupción ha debido contar, sin embargo, con un ambiente propicio. Ese
ambiente lo crea la estructura económica nacional. El país no ofrece
posibilidades para la conquista del pan, al margen de las actividades
oficiales. O las ofrece muy limitadas.
¿Que hacen los nuevos?
¿Qué hacen los padres de los muchachos de 18 a 20 años, que desean asegurar a
sus hijos un destino frente a los angustiosos interrogantes del porvenir?
La actividad privada es
limitadísima, aquí más que en otros lados y no ofrece, generalmente, sino
estrechez y sobre todo inseguridad. Así sucede en la Capital. Con más razón aún
en los pueblos de campaña. ¿Qué destino tiene un joven con ambiciones en
nuestras estancadas o declinantes ciudades del interior, carentes de toda
industria? Ir al comercio, al almacén, la tienda, a ganar sueldos de hambre, a
vegetar y a morir en la más espesa mediocridad.Todavía no se ven más que dos
caminos: o la profesión liberal o el empleo público. La primera, aún conserva,
aunque bastante descascarado, el dorado de mejores épocas. Puede asegurar el
pan, el prestigio y aun la independencia. El segundo, da la seguridad y ciertas
comodidades. La plétora de profesionales, cada vez más creciente; el cansado
reclamo del empleo público que todos los días se repite, se vincula así a toda
la estructuración económica del país. No se le puede exigir a la gente, que
esté hecha de la madera de los héroes o de los santos. Se vende, en la edad de
los sueños y las empresas un destino incierto por un presente cómodo. Es el
drama de todas nuestras generaciones. Y mientras el país sigue siendo lo que
es, una inmensa estancia despoblada y una inmensa capital – macrocefálica -,
tiránica y absorbente, el problema seguirá en pie y se irá agravando. Esta es
una de las grandes tragedias del país. Quizás la fundamental. Año a año, vamos
quemando las generaciones que pasan. Les hemos cerrado todos los caminos que
conducen, por el esfuerzo propio, a un futuro útil.
Carlos Quijano. Marcha, 16 de mayo de 1941.
En este acotado nivel democrático,
fruto del reparto del poder entre los partidos mayoritarios, se conformaron las
instituciones, funcionales al manejo partidario, que hoy nos rigen. Las
consecuencias son, entre otras:
a- Baja
calidad del desempeño de las instituciones del estado.
b- Escasa
transparencia en el manejo de la cosa pública. Un estado desertor de su responsabilidad como
garante del equilibrio de las cargas en la economía, sustento de los contratos.
c- Economía según la visión de
los intereses político electorales.
d- Este manejo político- partidario del país conformó una economía de fuerte adhesión
partidaria.
e- Desestabilización de las reglas de juego en la
economía, en cada crisis, atrasos
cambiarios, devaluaciones.
f- Socialización de las
pérdidas, una conducta política histórica.
g- Organismos técnicos manejados por cuota partidaria. Así desde
visiones político-electorales se manejó
el crédito – herramienta fundamental de la economía -, se proyectó y controló
la obra pública, entre otras cosas. En este marco está gran parte del origen
del endeudamiento, interno y externo.
Por ello nunca hubo solución de las crisis en función de las causas.
Si “soluciones” partidario electorales.
h- Estancamiento estructural de la economía desde
1930.
Tres crisis destructivas de la misma en los
últimos 40 años hasta el 2002.
Del país sobornado al país embretado:
el camino más fácil a costa del país.
El
manejo político que se ha llevado adelante desde 1931, pacto del
Chinchulín*(1), distribuyéndose el poder entre los partidos mayoritario –
colorado y blanco-, incluido luego en la constitución de la república en la
reforma del 51, se tradujo en una democracia de las formas, con escasa
transparencia en el manejo de la cosa pública por más de 70 años.
La
economía estancada entre 1955 y 1970. El PBI total anual en este período fue de
0.9 y el PBI per. cápita anual fue de –0.3. La economía no creaba puestos
trabajo, el estado los proveía. Esta fue la manera de disimular la profunda
crisis económica y controlar el poder.
Así Uruguay pasó de 30000 empleados públicos en 1930 a 156000 en
1955, multiplicándolos por 5.2, en 1969 llegó a los 213000.
Esa
incapacidad política marcó el destino del Uruguay que sigue pesando hoy. La
débil economía fue la que proveyó los recursos para pagar este disfraz. El
endeudamiento se instaló en el País como un problema estructural. En 1959 se realiza
el primer acuerdo con el FMI y la dependencia del país de los organismos de
crédito se siguió profundizando en las décadas siguientes. El endeudamiento no
ha parado de crecer. La magnitud de la
deuda hoy nos exime de mayores comentarios. Ni en dictadura dejó de funcionar
el clientelismo, así en 1990 los funcionarios públicos llegaban a 272000. Ya
para esta fecha la economía había acumulado dos crisis destructivas de la
misma, en los 60 y a comienzos de los 80.
En
cada crisis la deuda se incrementó. Como reflexión diremos que las
nacionalizaciones fueron desvirtuadas por el reparto clientelístico. Esta
conducta en el manejo de la cosa pública ha proyectado sobre el país, más allá
de la deuda, una profunda decadencia social, ética, moral y política. Esta
decadencia es hoy un tema cultural y tiene un costo, creo más difícil de
superar que el económico. Las pérdidas para el país y su población ni de cerca
se miden por la magnitud de la deuda. Hay un deterioro social del que nos dan
cuenta datos del 2005; la pobreza
abarca al 38,4% de la población - de ellos del orden de un 10% es indigente -,
el 63.8% de los niños menores de 6 años son pobres. A esto hay que agregar el
empobrecimiento después de cada crisis de vastos sectores de la población,
nunca medidos por las estadísticas y de los cuales muy pocos recuperan su
posición anterior. El deterioro de la salud pública, de la enseñanza- la
escuela pública en particular- el vaciamiento de la campaña, 60% menos de
población que a comienzos de los 50, según censo del año 2000.
La segunda causa
es el modelo de economía desintegrada, asimétrica y corporativa, con sectores
rehenes, económicos y sociales
La economía mundial es un modelo desintegrado, donde los países
subdesarrollados son los rehenes de los desarrollados.
Más
allá de los intereses y los condicionamiento de los préstamos internacionales,
pesan también las históricas y siempre desfavorables relaciones de intercambio,
salvo escasos períodos de tiempo.
Es
un doble efecto negativo al agregarse a nuestras asimetrías internas.
No
hemos recorrido el camino de la integración interna, como manera de tener
políticas País, que no existen. La integración interna nos permitirá, no tener
sectores rehenes a los que se les pueden transferir las ineficiencias del
resto de la economía y del estado.
Integrados podemos aspirar a sostener el aparato productivo exportador.
Así podremos minimizar la destrucción
del mismo en cada crisis como ha venido sucediendo en la historia reciente del
Uruguay. Por la destrucción de inversiones en cada crisis y la socialización de
las pérdidas, hay buena parte de la deuda del País.
Por ejemplo; entre 1972 y 1983
Uruguay perdió por el deterioro de las relaciones de intercambio 3150
millones de dólares.
El modelo de economía desintegrada es una constante con distintos
énfasis, en los países subdesarrollados.
En
nuestra economía desintegrada y asimétrica
la imprevisibilidad de las proyecciones de la misma son el mayor riesgo.
En este marco se da la destrucción de la mayoría de los proyectos de inversión que no tuvieron en
cuenta esa particularidad. Ejemplos relevantes se dan a partir de 1985 y sobre
todo en la década del 90 con el atraso cambiario. Las inversiones destruidas –
porque no lo pudieron prever – fueron transferidas a precio vil y la diferencia
con el capital prestado pasó a engrosar la deuda pública.
En el período de crecimiento más intenso del siglo, 1987 - 2000, se
aumenta notablemente el endeudamiento público en moneda extranjera, el cuál se
duplica en 14 años. Asimismo, el gasto público, medido en U$S se multiplica por seis y pasa de 17,8% a 24%
del PIB. Estos gastos no representaron una ampliación del potencial de
producción y del empleo de la economía, y deterioraron el potencial de
inversión.
El otro punto relevante es la conducta del estado desertor, garante del
equilibrio de las cargas en la economía, es el único que puede devaluar o
producir atraso, favoreciendo a unos u otros sectores. Nunca actuó tomando
medidas para contrarestar las posiciones de dominancia por hechos de la
macroeconomía, por hechos de gobierno.
La economía uruguaya es fundamentalmente de adhesión partidaria.
Consolidada a partir del modelo de sustitución de
importaciones a fines de los 40.
La
partidización de todo cuanto al estado se refiere habilitó el tráfico de influencias partidarias en todos
los ámbitos de la economía. Un actor relevante y diría exclusivo del Uruguay
fue el “Club Político”. La vida del país en los 50 y 60 pasaba por él, trámites
jubilatorios, cargos públicos, refinanciación o consolidación de deudas, etc,
etc.
Esto
alentó a una visión empresarial,
alejada del riesgo, que puede transferir fácilmente sus ineficiencias –
economía desintegrada - a los sectores rehenes, no hay razones para ser más
competitivos. Acá una paradoja relevante, el agro, el sector más importante de
la economía uruguaya es rehén – tomador de precios - de la misma. Por ello
hemos podido “tirar” tan largo tiempo
ocultando las mismas.
La adhesión partidaria de la economía fue siempre un pleno a ganador al
tener la garantía de la socialización de las pérdidas.
Alguien
ha dicho que nuestras empresas son “veladas” hasta cuatro veces. En ese juego,
el crédito se toma “alegremente” y el endeudamiento es un tema recurrente desde
mediados de los 50 y no ha cesado de serlo hasta nuestros días. Hoy es un
problema estructural.
La evasión y la elusión en todos los niveles, otro aspecto que acumula
endeudamiento.
Acá
también se muestra la ineficiencia de la justicia, factor relevante para una
sana economía. Estamos frente a una “cultura” empresarial y ciudadana que debe
cambiar.
La
historia muestra que en este ámbito de discrecionalidad no hay desarrollo
sostenible. El estancamiento de la economía 1955-1970 como hemos referido
anteriormente es la muestra. La incapacidad política para resolver esa crisis
condicionó al Uruguay hasta hoy, política, económica, y socialmente y lo sigue
condicionando.
La tercera causa
del endeudamiento recae sobre el sistema bancario. Jugó a ganador, funcional al manejo político partidario del país.
La
seguridad de la socialización de las perdidas permitió a los bancos aprovechar
los momentos de euforia y dar préstamos sin mayores exigencias en los proyectos
para los cuales se pedían.
Por
tanto no eran necesarias cláusulas de riesgo macroeconómico – devaluaciones,
atraso cambiario – y así el tomador del préstamo tampoco podía aspirar a ello.
En
realidad se estaba dando un seguro al gobierno. Podía actuar con impunidad y
manejarse en función de los
intereses electorales. El estado, garante del equilibrio de las cargas en la economía podía desertar así
de su responsabilidad. Este es el Uruguay real, no el que se vende en los
discursos.
El riesgo de la economía Uruguaya es una constante en los últimos 50
años, por algo la tasa de inversión siempre fue una de las más bajas de América
Latina, sólo superior a la de Haití.
Antes
de cada crisis los bancos “perseguían” a los productores y a los industriales
para inducirlos a tomar créditos. Cuando estalla la crisis, los bancos y sus
técnicos miran para otro lado. No se responsabilizan, es más, siguen dando
créditos con distintos disfraces - la bicicleta financiera para dilatar el
colapso -, al final llegará la socialización de las pérdidas. Funcionales al
modelo con garantías. Garantías que no tuvieron los endeudados. El crédito
bancario y parabancario en el marco de una economía inestable y profundamente
asimétrica, sin reglas de juego claras, fue siempre una bomba de tiempo, que
estalló en cada crisis, tres destructivas una cada 20 años, desde los 60 hasta
la del 2002. Arrancamos después de cada una sin preguntarnos por las causas,
una muestra del facilismo uruguayo que olvida que si algo paso una vez puede volver a pasar.
Una
muestra relevante, la euforia de los bancos ofreciendo los petrodólares y el
agro aceptándolo a fines de los 70, que la tablita se encargó de destruirlos en
el 82. Las deudas de esa aventura fueran transferidas por la banca privada al
país, con el argumento, reiterado, de defender a los ahorristas. ¿No sabían los
bancos privados y el BROU del atraso cambiario en los 90? Siguieron prestando
para no desvestir la política económica en curso, fueron funcionales a ésta,
amparados los privados en que las pérdidas las podrían transferir.
A
través del BROU conducido con visión partidaria, la socialización de deudas fue una política de estado: amnistías,
condonación, quitas, etc.
El progresivo endeudamiento del
País fue la consecuencia natural de lo que venimos expresando.
Cuarta causa, la
escasa información calificada sobre el manejo de la economía y la falta de
transparencia en la misma.
A la información calificada de la economía
accedió, históricamente, una minoría
cercana al poder y este es otro elemento que alimentó el endeudamiento.
La información no es transparente y es asimétrica.
Al Ec. J.Stiligtz le dieron el premio Nóbel de economía por sus
estudios referidos a la información asimétrica y a los países subdesarrollados
los dominan con ese mecanismo.
De esta manera los préstamos para inversiones son
en general una aventura más.
El manejo del estado a través de la adhesión
partidaria a todos los niveles, habilita a los órganos del mismo a actuar
con una conducta discrecional –
impunidad - y con escasa o nula transparencia
en la administración de los recursos públicos. Cuando sobreviene la
crisis, nadie es responsable, otra característica de la conducta política en el
manejo de la economía.
El
manejo político de los préstamos como oferta electoral, con los recursos del
país, algunos internos – como los subsidios que pagan los sectores rehenes de
la economía – y otros a través de préstamos internacionales, para proyectos de
dudosa o carentes de viabilidad técnica y económica, incrementaron la deuda.
Una economía con estancamiento estructural, carece – salvo excepciones - de
tasa interna de retorno en el mediano y largo plazo para la mayoría de las
inversiones, tanto públicas como privadas. Por esta vía se llega al
endeudamiento crónico.
Una economía desintegrada es el campo natural para
recrear un elevado nivel corporativo. Si a ello agregamos un deficiente nivel
democrático – escasa transparencia -, la formación de Políticas País pasa a ser
una utopía y también la planificación
mínima de los escasos recursos. Las obras de infraestructura y muchas inversiones se definieron – en
general - en función del interés partidario electoral y su visión para
controlar el poder, lo económico quedó supeditado al factor suerte. En muchos
casos las inversiones pasaron a engrosar la deuda.
La quinta causa.
El manejo político partidario de las inversiones del Estado: en obra Pública de
infraestructura, planes de vivienda,
BHU, ANCAP, UTE, OSE, y ANTEL, son otro importante componente del endeudamiento.
La economía tiene un estancamiento estructural que
viene de 1930, con tres crisis destructivas de la misma en lo últimos cuarenta
años, en los 60, en los 80 y en el 2002. La tasa de crecimiento promedio anual
del ingreso per cápita desde 1950 hasta el 2001 es de 1,07% anual.
El
país no crece, la mayoría de las obras
viales, necesarias, carecían de viabilidad económica, fruto de los bajos flujos
de tránsito vehicular y de carga. Esto no es asumido y las inversiones se hacen
en el marco de reclamos y se ejecutan en función de lo electoral. Toda
inversión no rentable se transforma así en más endeudamiento País.
Las
economías regionales han tenido un alto grado de imprevisibilidad y por tanto
las proyecciones de las mismas no se cumplen, ni en el mediano plazo, muchas
veces ni en el corto. El Uruguay no escapa a esta regla y las inversiones
referidas a las mismas – industrias de exportación - muchas veces terminan en
deudas.
Un
ejemplo relevante es la obra binacional, el puente sobre el Río Uruguay que une
Fray Bentos con Puerto Unzue – Argentina -. El estudio de factibilidad
económica preveía que la obra estaría totalmente amortizada en el año 2000. Los
datos indican que para esta fecha se lleva amortizados menos del 20% y la
previsión de que estarían pasando en el 2000 del orden de los 750000 vehículos
equivalentes sólo llegó en ese año a 340000. Por otra parte la obra tuvo costos
por encima de los previstos, como la mayoría de las grandes obras.
Los
Accesos a Montevideo dieron factibilidad porque era una obra postergada por más
de 40 años. En el estudio de factibilidad se previó que la segunda calzada de los accesos a
Montevideo debería estar construída en el 2000 si las proyecciones de la
economía se cumplían. No se cumplieron
y la obra se construyó en el 2004, 21 años después de finalizada la
primera calzada. ¿Cuánto se ahorró? Del orden del costó actual, fueron los intereses generados por el capital al no
construirse en el mismo momento de la otra, esto también es un detalle
importante al evaluar la oportunidad de las inversiones para no aumentar la deuda. Esta obra fue una
excepción en el manejo de las inversiones
en el país, donde no se planifica y todo ha estado atado a los intereses
electorales.
Algunos
ejemplos relevantes, de inversiones en obras públicas paralizadas son:
El
Palacio de JUSTICIA, el mayor de los edificios públicos a medio hacer, comenzó
a construirse hace 41 años y lleva 10 años
completamente parado.
Hasta ahora, la estructura costó al menos 20
millones de dólares. Esos datos refieren al período comprendido entre 1986 y
2005, pues no existen datos anteriores. Según estimaciones, terminarlo costaría
entre 20 y 30 millones de dólares más.
COMPLEJO
DEL SODRE. La piedra fundamental del Complejo del Sodre se colocó en 1989 y
desde 2001 los trabajos están detenidos.
Iniciado
en 1989, el complejo costó hasta ahora unos 50 millones de dólares. Para
terminarlo, según estimaciones, serían necesarios unos 20 millones más.
¿Cuánto
es el interés generado por el dinero invertido en las obras no terminadas?
El
interés de lo invertido puede duplicar el capital inicial o más, en detenciones
de más de 10 años.
Al
no haber planificación de mediano y largo plazo en las obras de infraestructura
– transporte, energía, etc, éstas se concentran en el año preelectoral y
electoral. En este marco no se les puede
hacer un seguimiento de control adecuado. Así vemos núcleos de viviendas, centros de educación,
carreteras, con importante deterioro a
poco de construirse. La oportunidad de las inversiones en obras que no
se terminan o quedan suspendidas por
años, es otro ejemplo que
conduce al aumento del endeudamiento.
Hay muchos ejemplos más de obras que fueron
abandonadas a los pocos años de comenzar a funcionar, sobre todo muchas
agroindustrias.
Hay
una nefasta conducta política en la conducción económica del país que nunca fue
analizada más allá del discurso electoral y que explica claramente el Uruguay
de hoy con todas sus secuelas. Pero la costumbre de acusar a otros y la falta
de autocrítica no nos ha permitido salir del empate. La autocrítica no es un
símbolo de debilidad sino de grandeza, sería bueno asumirlo.
El estado uruguayo ha tenido históricamente una
conducta débil y errática, cuando no ausente en lo que a controles se refiere.
Por
este camino también se incrementa la deuda.
El
estado es altamente deficiente en microeconomía y ese desconocimiento permite
ineficiencias que incrementan los niveles de inversiones, deudas, sin la
calidad suficiente.
Un
estado cuyas oficinas de costos – en general - se remiten a copiar datos de las
licitaciones. Por tanto los presupuestos de control de la oficina licitante
para visualizar si las ofertas en las licitaciones son razonables o deberían
declararse desiertas por su nivel de
costos, no existen. El monto de las obras es definido por la historia – valores
unitarios ajustados - de las licitaciones anteriores, si están en ese rango se
adjudican. En definitiva un estado desertor en su función de control, apenas
salvando las formas. Las paramétricas de ajustes – variación de precios y del
dólar - en los contratos de obra pública en el marco de una economía inestable,
como la que el país ha tenido históricamente y sin la trasparencia pública
necesaria, resultan favorables a los
empresarios – constructoras – y con incrementos muchas veces muy superiores a
los previstos. En momentos de picos inflacionarios relevantes – obras licitadas
en dólares - como los que se dieron en la década del 60, donde las empresas
lucraron más con las paramétricas que con la facturación de los rubros objeto
del contrato. Esto sucedió especialmente
en la construcción de obras viales- puentes y carreteras -. Un ejemplo:
dos obras importantes como fueron la reconstrucción de las rutas
Nacionales N° 5 y 26, unos 700 Km. de obra ejecutados entre los años 1967 y
1972. Es bueno destacar que para la obra pública vial, rige la “Teoría de la
imprevisibilidad” o derecho del Príncipe jurídicamente hablando, que no rige
para los demás contratos, el caso del agro con riesgos más altos no tiene esa
herramienta de salvaguarda.
Las obras viales requieren fuertes inversiones,
pero debido a los escasos tránsitos y a previsiones de crecimiento de la
economía que no se cumplen, terminan en general en una inversión no rentable,
no rescatable y que pasa a integrar la deuda externa, ya que en general se
realizan con préstamos de los
organismos internacionales. Obras viales que en general tienen fallas
importantes al poco tiempo de su liberación al tránsito, una realidad histórica
en el Uruguay. Lo mismo sucede con obras de infraestructura edilicia de muchos
organismos del país. Formalmente es todo legal, pero con muchas carencias de
control por parte del estado. Por esta vía la deuda se acrecienta, ya que
sobrevienen gastos de mantenimiento en un corto plazo no previstos al elaborar
los proyectos para los cuales se solicitaron los préstamos. La inversión en
carreteras ha sido muy onerosa para el país y en la mayor parte de la red, no
tienen, reiteramos, retorno económico para el monto de la inversión. Lo cual
obligaría a planificar cuidadosamente y definir prioridades en función de los
intereses nacionales y no de los electorales, como ha sido históricamente. Un
cambio imprescindible es tener un sistema de transporte multimodal y adjudicar
al modo ferroviario un papel relevante que nunca debió perder.
En
el período de la dictadura se realizó, entre otras, una obra relevante por su
monto, la represa de Palmar. Esta obra se adjudicó en un contrato llave en mano
a la empresa brasileña Mendes Junior, que a la vez realizó el proyecto
ejecutivo de la misma. La Proyectó y construyó. Las dudas por la falta de
transparencia saltan a la vista.
DEUDAS en el AGRO.
...El país ha adquirido la paradójica
mentalidad de un jugador que para cubrirse contra las eventuales e inevitables
pérdidas, contratara un seguro.
Los agricultores plantan trigo. Esperan
obtener fabulosas ganancias, a corto tiempo y con menguado esfuerzo. Se lanzan
a la “aventura”; pero confían en que si producen caro y mal, el Estado vendrá a
salvarlos con subsidios y créditos.
X, ó Z ó Y deciden hacerse industriales.
También le mojan la oreja a la suerte; pero con la seguridad, asimismo, de que
el Estado al solo influjo de la palabra mágica
- industria - impedirá la importación del similar extranjero, acordará
cambios preferenciales, concederá subsidios y hasta comprará los productos si
fuere necesario. Es un pleno, con la garantía de que no se perderá la apuesta.
Y poco importa, pues se trata de un juego que prescinde como es natural de la
lógica y del conocimiento, que la apuesta sea disparatada.
Dicho lo cual, que podría extenderse,
dicho está también, cuán inútil y tonto y aún si se quiere presuntuoso, es
dedicar el tiempo a estudios y análisis. “Si quieres ser feliz, como me dices,
no analices muchacho, no analices”. El país es feliz. Que no analice, entonces...
Carlos Quijano
Marcha,
10 de julio de 1953.
Productores
Los
préstamos al agro tuvieron un denominador común, se dieron sin tener en cuenta
el riesgo imprevisible de la política económica en lo referente al tema
cambiario.
Tampoco
se tuvo en cuenta el desequilibrante riesgo climático y de mercados en un
tomador de precios y verdadero rehén de la economía. La razón en mi opinión es
que razonar en contrario, obligaría a pensar la economía del país de manera
diametralmente opuesta a como se ha hecho históricamente.
Las
decisiones de préstamos al agro fueron dadas históricamente con fundamentos
partidarios de oportunidad. Los prestamos se dieron en general contra garantías
reales y sin que hubiera un seguimiento de los mismos, así se diluía la
responsabilidad del estado en cuanto a los impactos de la política económica.
Otros se dieron con claro apoyo partidario, caso del sobreendeudamiento de los
90.
En
los últimos 20 años los préstamos fueron adjudicados exigiendo proyectos de
producción y con garantías prendarias sobre la tierra o equipos, dependiendo
del monto y el tipo de operación - compra de tierra o maquinaria – pero
descolgados de las políticas económicas – no se aceptaron cláusulas de riesgo
país - y desconociendo la magnitud de las variables que juegan contra el
productor a saber; clima, variación de la política cambiaria y tomador de precios, la rigidez de los
procesos productivos, los tiempos biológicos, etc, etc -. Los contratos al agro
fueron dados siempre en condiciones de contrato similares a los
demás sectores de la economía – bajo techo -, sin que nadie advirtiera
la magnitud del diferencial de riesgo.
Un
ejemplo relevante es lo sucedido en la década del 90, en el marco de un
prolongado atraso cambiario y caída simultánea de los precios internacionales.
El
PBIA aumentó 80% entre 1990 y 1998 –
más que el conjunto de la economía - y la deuda un 400%, pasó de 300 millones
de dólares en 1990 a 1400 en 1998, solo con los bancos, no se computan
tributos no pagos y deudas con
servicios y particulares.
La
mayor inversión tecnológica de los últimos 100 años, fue destruida por el
atraso cambiario de los 90 y fue transferida a precio vil, la diferencia fue
absorbida como pérdida por el BROU, aumento del endeudamiento país.
Como datos ilustrativos y complementarios están
las deudas en la CND- Corporación Nacional para el desarrollo- 100 millones de
dólares, Mi Granja – 25 millones de dólares-,
Granja Moro- 80 millones de dólares, el Polo de desarrollo de Bella
Unión, el tema de la caña de azúcar y la remolacha azucarera y los cientos de
productores fundidos. Hay otras empresas que siguen actuando pero con un alto
nivel de endeudamiento. Todo esto suma al
endeudamiento del País.
Agroindustrias
En
el marco de una economía inestable, sin considerar las asimétricas relaciones
cambiarias con los países a los cuales exportamos, la concesión de préstamos
del BROU a las agroindustrias se llevó adelante sin importar esos riesgos.
Primó la decisión político-partidaria por encima de la realidad económica. La
adhesión partidaria no estuvo ajena muchas veces a la hora de tomar las mismas
decisiones. Esto llevó a profundos problemas de endeudamiento; en el sector
pesquero, en el cárnico y en el sector lácteo, entre otros, que absorbió el
país a través del BROU o del Banco Central. Una parte importante de las deudas
del agro y de las agroindustrias fueron históricamente transferidadas al estado
en cada crisis - consolidaciones, refinanciaciones con quitas, etc – beneficiando
en general a los grandes productores, la despoblación del campo así lo indica.
Basta recordar por reciente, pero no por distinta, las transferencias de las
deudas de los Bancos privados en la crisis de la tablita en 1982. Las
carteras pesadas – agro e industria - en la década del 80 fueron absorbidas por
el Banco Central, por tanto pasaron a engrosar la deuda del País.
En la
década de los 80 la industria frigorífica tenía un endeudamiento del orden de
los 170 Millones de dólares.
No
olvidar que la economía de sustitución de importaciones de fines de los 40
hasta fines de los 50 fue una conducta que no tuvo en cuenta las ineficiencias
industriales que pagó el país y lo llevó a la profunda crisis de estancamiento desde 1955 a 1970.
El
período de sustitución de importaciones sin mayores exigencias permitió lucrar
a los grupos económicos más importantes y no preparó al país para competir, la
eficiencia y la productividad no eran exigencias en el mercado cautivo. De ahí
el escaso nivel competitivo de la industria nacional hasta fines de los 80. Sin
reglas de juego transparentes y todo sujeto a la discrecionalidad de la
política partidaria, nunca se desarrolló un verdadero empresariado Nacional...
Ahí nació como ya lo expresamos una industrialización de fuerte adhesión
partidaria, se acostumbró a la
socialización de las pérdidas, un seguro de riesgo.
Relación de los intereses de la deuda en
la década del 60.
...En no pocas ocasiones hemos hecho referencia
a la relación que guarda la deuda externa con otros índices de la economía
nacional. No volveremos sobre esos análisis; pero es útil recordar que en
diciembre de 1968, la Unión Panamericana, sí la Unión Panamericana, publicó un
espeso volumen titulado "La brecha externa de la América Latina 1968-1973",
preparado por la "nomina” de Expertos del Comité Latinoamericano de la
Alianza para el Progreso.
Siempre es divertido releer estos
empingorotados informes que aunque recientes; nos devuelven la imagen de un
mundo muerto.
El sesudo informe de los sesudos expertos
nos hacía saber: "El concepto de una brecha externa en las relaciones
económicas y financieras entre un país en desarrollo y el resto del mundo, proviene
del hecho de que ciertos objetivos de política, económica, no se alcanzarán sino con una
cierta cantidad adicional de recursos externos.
Es decir,
el monto de dichos recursos que el país precisa, sobrepasa lo que puede procurarse
con los bienes y servicios que a su vez proporciona el resto del
mundo".
Dicho lo cual cuya punta es bien, visible
y después de otros muy abundantes desarrollos, sobre los cuales por razones
obvias no podemos detenernos, él estudio presentaba
numerosos cuadros,
cuyo examen interesa a los efectos de este artículo.
Por ejemplo (página 80), mostraba a partir
de 1956 y hasta 1965, la relación existente en América Latina entre los
servicios de deuda y las exportaciones.
En 1956 aquellos representaban el 5,8% de
éstas. En 1965 habían llegado a ser el 15,5% y el Informe comentaba:
"Puede verse que en 1956, el servicio de la deuda representaba el 5,8 por
ciento del total de las exportaciones del área; que este porcentaje ha crecido
en forma ininterrumpida y en el año 1965 representaba el 15,5 por ciento de
dichas exportaciones. A juzgar por el desarrollo que han tenido las amortizaciones
y los desembolsos, en préstamos a la América Latina, este
porcentaje dentro muy poco sobrepasará el 20 por ciento, de las exportaciones que el Banco
Internacional ha considerado, en
el caso de la India, como un porcentaje límite por encima del cual el servicio de
la deuda no debería pasar" (subrayados nuestros). Y agregaba: "Las que
se han mencionado constituyen un promedio para la región, por lo cual ya
varios países latinoamericanos sobrepasan dicho porcentaje crítico del 20 por ciento".
Así era.
En 1966, el servicio de la deuda externa
insumía en Argentina el 26,87% de las exportaciones, en Brasil el 32,91 % Y en
Uruguay que se acercaba peligrosamente al punto crítico, al 18.28%.
¿Cuál es la situación actual? En 1970, las exportaciones habrían alcanzado
un monto de 232 millones de dólares.
Admitamos que a suma
semejante o aún mayor, lleguen en 1971. El 20% de 232 millones son 46
millones. El 20% de 250 millones, 50 millones. Pero aún descartados Letras de
Tesorería y Bonos del Tesoro, sabemos, lo dicen los documentos oficiales que
hemos transcripto, que el sector bancario, (República y Central) tendrá que
pagar este año por amortizaciones e
intereses a los no residentes 60 millones de dólares y el resto del
sector público por amortizaciones e intereses de la deuda externa más de 21
millones.
Ochenta y un millones de dólares,
equivalen a más del 32% de 250 millones, cifra optimista en la que
estimamos las exportaciones de 1971.
El punto crítico a que refería el Banco
Mundial y los expertos de la Alianza para el Progreso, va a ser largamente
sobrepasado.
Al logro de tan brillantes resultados ha
contribuido con ejemplar tenacidad la funesta política económica de este
gobierno desaprensivo, que vive, en la ilegalidad.
El escándalo del Banco
Mercantil, con todas sus implicaciones y sombras, que en su documentado
discurso del Senado puso al desnudo Ferreira Aldunate, no es sino un fruto de
esa política. Pero, por encima de la crisis que revela, planea otra aún más
profunda.
Carlos Quijano Marcha, 23 abril de
1971
Leído esto se impone reflexionar sobre el monto del endeudamiento
externo y la magnitud de los intereses hoy.
La
deuda es del orden de los 14000 millones de dólares, sin considerar los
depósitos en moneda extranjera, del orden del 80% del producto.
El
servicio de la deuda es del orden de los 900 millones de dólares, representa
más del 20% de las exportaciones.
Otros datos del Uruguay.
Entre 1947 a 1962.
Se importó por 3500 millones de dólares y se
exportó 2967. Se cubrió el 85% de lo
importado en 15 años.
En 1986.
100
grupos - 430 empresas- concentran U$S
1227 millones de deuda, 51.4% del crédito
El
total del crédito de Banca estatal y privada era de U$S 2386
Diciembre 1988.
100
grupos – 333 empresas - concentran U$S
1358 millones. 51% del crédito.
El
total del crédito en todo el sistema bancario era de U$S 2662 millones.
75% del crédito es del BROU.
Octubre 1989.
163
grupos concentran U$S 1600 millones de
deuda, 90% en moneda extranjera.
Concentración:
20 primeros grupos U$S
542 millones.
50 “ “ “ 944
“
100 “ “ “
1310 “
A partir de la crisis del 2002 muchas deudas fueron pagadas con bonos de deuda
pública al 50% de su valor nominal. Tambien se compraron muchas deudas - cambio de dominio de la propiedad - con la
misma modalidad por parte de los nuevos inversores. Una nueva forma de despojo
propiciada desde el estado aprovechando el perjuicio causado por el mismo a los
que invirtieron- en bonos de deuda - creyendo en él. Todo un símbolo de los
tiempos que corren.
Otras empresas cambiaron de dueño – remates,
ejecuciones, etc - el recupero fue menos del 50% de los montos adeudados, en
muchos casos muy por debajo de ese porcentaje. Distintas formas de socialización de pérdidas y
acrecentamiento de la deuda País.
CONCLUSIONES
La deuda está íntimamente ligada al bajo nivel democrático y al manejo corporativo de la economía
desintegrada. De este nivel democrático surge una baja calidad institucional,
donde el debe relevante es el de la
justicia. En este ámbito la economía pasa a depender más del “hombre” o de los
“hombres” de turno que de la institucionalidad. Así la transparencia y las
reglas de juego no tienen cabida y los contratos no tiene estabilidad. El
subdesarrollo es la consecuencia.
El
manejo del crédito y las inversiones en un
estado partidizado y clientelistico, con gerentes y técnicos en puestos
de decisión, colocados por adhesión partidaria, es la principal causa del
endeudamiento actual del País. Esta conducta política ha
potenciado la economía desintegrada y corporativa, campo propicio para
trasladar ineficiencias a los sectores rehenes y por ende al conjunto de la
misma. Por este camino al endeudamiento se llega naturalmente y la historia del
país en los últimos 50 años es elocuente.
El país tiene que integrarse internamente si
aspira a mantener un crecimiento sostenido para integrarse a la región y al
mundo. El fracaso de la integración en América Latina es a partir de un error
de concepto, no puede haber integración entre economías desintegradas y ésta es
la realidad que tienen todos los países de la región. La desintegración beneficia a los grandes grupos económicos.
Si la decisión política no apunta a recorrer un camino de integración que
minimice los corporativismos, nada pasará más allá de los discurso de buenas
intenciones o de disfraces de la realidad. Todo lo expresado no implica ignorar la
corresponsabilidad de los organismos internacionales de crédito, que avalaron
este manejo político de la economía y con mayor gravedad en el período
dictatorial. Nadie ignora su conducta, pero debemos asumir el dicho criollo,
“no tiene la culpa el chancho, sino quien les rasca el lomo”.
En definitiva camino recorrido desde mediados de
los 50 debe de servirnos de lección, por lo que hicimos mal y por lo que no
hicimos y debimos hacer.
*(1) *
Pacto del “chinchulín” – año 1931 - en el que se acuerda el reparto del poder – proporcional a los
votos - entre el partido colorado y un sector del partido nacional, incorporado
luego por la totalidad de los dos partidos a la constitución de la república en
la reforma de 1951, a partir de ahí es a cuota fija, 3 y 2.
Surge así el manejo político de un partido único,
condicionando la conducción del país
por el reparto de cargos.
Ing. Agrim. Pedro Hernández Montevideo
Mayo de 2006