FORO SOCIAL URUGUAY- 15 de noviembre de 2002-
Intervención de Adriana
Vayra Coordinadora de ATTAC-Uruguay.-
"Dónde va el trabajo de los uruguayos en tiempos de
globalización",
El tema que proponemos
en este taller tiene como ejes centrales el sistema tributario y el sistema
financiero.
Consideramos de una enorme importancia el trabajo que acaba de presentarnos
Ernesto Murro sobre un tema casi tabú, así como el aporte de José Miguel
Busquets, a tener muy en cuenta para los futuros desarrollos que tendrá este
trabajo iniciado por el Equipo de Representación del BPS y que ojalá continúe.
El tema recaudación y el tema financiero están vinculados. La importancia del
sistema financiero en el mundo es indiscutible. No hay reactivación sin sistema
financiero, pero las cosas en el sistema financiero tienen que cambiar, como
propone AEBU.
Attac tiene una propuesta que involucra ambos. Este es nuestro aporte que
deseamos sea considerado, debatido, criticado, lo que sea, pero que se discuta.
La época que vivimos está caracterizada por la hegemonía de las finanzas y la
movilidad de los capitales.
Keynes, hace más de 50 años, sin computadoras ni satélites ni tecnología de la
información, vaticinó con sorprendente claridad: "A medida que se
perfecciona la organización de los mercados de inversión, aumenta el riesgo de
dominio de la especulación. Los especuladores no son peligrosos, en tanto que
burbujas en una corriente regular de actividad de la empresa.
Pero la situación se vuelve grave si la empresa se convierte en una burbuja en
el torbellino de la especulación."
Estas palabras las podemos hoy traducir en cifras:
El comercio de bienes y servicios de Todos los Países, llega a 4,3
billones de dólares al año, pero las transacciones financieras realizadas en
menos de una semana superan el volúmen total del comercio mundial. El 80 por
ciento de estas transacciones van y vienen en menos de una semana y el 40 por
ciento en menos de tres días. (Peter de Fazio, congresal demócrata por Oregon,
1999). Se trata de transacciones especulativas sobre los diferentes valores de
las monedas y su influencia en el alza y baja de las tasas de interés, sin
ninguna relación con la producción y el comercio de bienes y servicios.
Las reservas de cambios de todos los bancos centrales del planeta sólo llegan a
1,2 billones de dólares.
Se desprende de esto que los especuladores financieros tienen un gran poder.
Pueden atacar directamente una moneda nacional, reduciendo el poder de los
bancos centrales, pueden apropiarse de una parte de la riqueza generada por los
productores de bienes y servicios. Aún desvinculados de la economía real pueden
precipitar la quiebra de grandes empresa industriales.
Cuando caen las cotizaciones, lo que se hunde o desaparece sin previo aviso son
los ahorros destinados a financiar una jubilación, una educación o cualquier
riesgo imprevisto.
Howard M. Watchel. Prof. de Econ., decano del College of Arts and
Sciences, American University (Washington) y miembro del Instituto
Transnacional (Amstedam), agrega:
"A medida que se desmantelan las fronteras, la mundialización erosiona la
base tributaria con la que contaban los gobiernos. Socava en particular su
capacidad para gravar con impuestos los productos de la especulación
financiera, los beneficios y las inversiones de las grandes empresas. Los
capitales de los países desarrollados están en perpetuo movimiento alrededor
del planeta, lo que convierte en extremadamente difíciles tanto la definición
de los beneficios imponibles como la identificación de los Estados a los que se
les podría aplicar esos impuestos. Los países menos desarrollados, por su
parte, multiplican los favores fiscales para traer a cualquier precio
inversiones extranjeras. Las grandes empresas utilizan esas concesiones para
exigir una desgravación de impuestos a los que están obligadas en sus países de
orígen. Y la erosión de la base tributaria aumenta."
Un informe de la OCDE del año 2000 sostenía: "Dada la creciente movilidad
internacional de las inversiones financieras, se puede hacer necesario
desgravar la imposición de las rentas al capital.
Así, la mayor parte del peso de los impuestos recaerá sobre el trabajo, que es
el factor menos móvil."
Si a esto le sumamos que a raíz de los adelantos en la informática son posibles
las ventas a través de internet , vemos que se ha creado un nuevo territorio
comercial que no depende de ningún gobierno y que por lo tanto escapa, por
ahora, a cualquier gravamen. Podemos decir, entonces, que también los impuestos
al consumo, importante fuente de recursos fiscales, se ven amenazados.
Esto nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de crear un mecanismo de
regulación del mercado financiero a nivel mundial y nos plantea con urgencia,
la implementacion de un impuesto universal .
En un mundo dominado por la globalización de los mercados financieros, no se
puede seguir pensando que un cambio verdadero pueda surgir sólo de las contribuciones
presupuestarias nacionales. Hay que ir a buscar el dinero donde realmente está,
en los mercados financieros internacionales, en los paraísos fiscales y en las
cajas de caudales de las corporaciones transnacionales.
El impuesto Tobin sobre las transacciones monetarias es una excelente
herramienta para alcanzar esta meta.
¿Cómo surge esta Propuesta?
"Desarmar los mercados" era el título del editorial de Ignacio
Ramonet, que desde Le Monde Diplomatique llamaba a todos los ciudadanos del
mundo a rebelarse contra la dictadura de los mercados financieros, a recuperar
el poder de decisión sobre las políticas nacionales "porque es hora, todos
juntos, de reapropiarnos de nuestro futuro y porque otro mundo es
posible".
Así surgía attac en Francia, levantando una idea, la Tasa Tobin.
En 1978, el Premio Novel de Economía, el norteamericano James Tobin, propuso
una tasa sobre los beneficios obtenidos durante las transacciones al contado
(spot) en los mercados de cambio. El ideó esta herramienta de lucha contra la
especulación financiera para enfrentar la crisis existente en los años setenta:
inestabilidad monetaria luego de la caída de los acuerdos de Bretton Woods,
convulsión petrolera, hundimiento del dólar, especulación intensa sobre las
otras monedas y el oro, dificultades en el arranque del nuevo sistema de
cambios flotantes.
Obviamente, el destino de lo recaudado no era la preocupación fundamental para
James Tobin. Pero si lo es para el enorme movimiento internacional que a partir
de 1998 retomó su idea no solamente para desalentar la especulación mediante el
cobro de un impuesto, sino como medida profundamente democrática, justa y
posible.
¿Para qué se usaría lo recaudado?
Según el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, con aproximadamente 90
mil millones de dólares anuales se podría cubrir el estándar básico de vida:
suficiente comida, agua potable, vivienda, cuidado básico de la salud y
educación de todos los habitantes del planeta. Agreguémos, aún exagerando, que
el programa básico más una limpieza y preservación ambiental llegaría a costar
unos 200 mil millones de dólares al año durante
10 años. En el mundo actual esta es una suma insignificante.
Según estudios de economistas favorables a la aplicación del Impuesto Tobin,
con un volúmen de operaciones en el mercado de cambios de 1,6 billones de
dólares por día laborable, un impuesto del 0,1 por ciento procuraría 230.000
millones de dólares anuales, recursos que podrían destinarse a un fondo de
desarrollo para los países del tercer mundo.
Pero, ¿porqué un impuesto a las transacciones financieras?
La hegemonía de las finanzas y la movilidad de los capitales genera una fuerte
inestabilidad monetaria, frena el consumo y las inversiones de las empresas.
Profundiza los déficit públicos y golpea a los asalariados con cada vez más
impuestos o con los famosos despidos bursátiles. Genera disparidades e
inestabilidad crecientes. El nivel de vida de la mayor parte de la población
continua descendiendo, la salud y la educación deteriorándose, el desempleo en
aumento. Miles de millones de personas han sido dejadas fuera de la economía
mundial por una globalización dirigida por las grandes corporaciones.
Nunca antes se había vsto en nuestro país tantos uruguayos desocupados,
durmiendo en las calles, tantos vendedores, cantores, adultos y niños subiendo
a los ómnibus, pidiéndo en los semáforos. Las cifras de desnutricón infantil y
deserción escolar son escalofriantes. Nunca antes el Uruguay había tenido que
implementar planes de alimentación, ollas populares, merenderos, o el plan
invierno para los sin techo. Para no hablar de los 35 uruguayos que tienen que
irse diariamiente del país y de las colas en los consulados de España o Italia.
Frente a este panorama queda claro que de esta crisis no salimos cobrándole
impuestos a personas que ganan 3000 pesos, o cobrándo más del 20 % de IVA que
es el mayor estímulo a la evasión y al contrabando. O estimulando a los
supermercados por ser recaudadores del IVA y matando así a los pequeños
comerciantes, aumentando la informalidad.
Hay que rever el entero sistema tributario e incorporar al sistema nacional de
recaudación, nuevos instrumentos acordes con la realidad internacional que
vivimos.
Esta situación de aumento de la pobreza a nivel mundial no sólo es
vergonzosa para toda la humanidad, sino que es sumamente peligrosa para todos.
Tom Friedman escribió: "la mano oculta del mercado nunca funcionará sin el
puño oculto. McDonalds no puede extenderse sin McDonnell Douglas (gigantesca
empresa aeronáutica norteamericana). Y el puño oculto que mantiene al mundo
seguro para que las tecnologías de Silicon Valley se desarrolle se llama
ejercito, fuerza aérea , armada y cuerpo de infantería de marina de los Estados
Unidos".
Luego de los atentados del 11 de setiembre, se comprobó que hubieron personas
que sabían lo que iba a suceder. No sólo, las acciones de las empresas de
armamentos subieron antes del 11 de setiembre y las de las compañías de
aviación bajaron. Esto nos afecta también a nosotros. El Estado norteamericano
tiene un presupuesto de guerra de 400 mil millones de dólares al año. Es el
estado más costoso del mundo, pero ese presupuesto se lo están solventando las
crisis que se van produciendo globalmente.
Pero podemos tomar ejemplos de la historia que nos ayuden a
encontrar una solución a esta crisis. Hace cien años, en situación similar,
fueron introducidos impuestos graduados a los ingresos, de manera que la
redistribución y la inclusión social pudieran avanzar (Como fue el caso de New
York.)
Durante la revolución industrial, los industriales competían entre si
en forma feroz y cuando mayor la explotación que lograba, mayores eran sus
dividendos. Esto generó una conmoción social enorme, que hacía peligrar el
sistema entero. La forma que se encontró para devolverle a la sociedad parte de
esa riqueza acumulada fue a través de la imposición de impuestos a las empresas
que fueron volcados para la seguridad social. (la Alemania de Bismark)
Hoy nos encontramos en una encrucijada semejante con respecto a las
desigualdades Norte Sur. El dinero para enfrentarlas está disponible pero
deberá venir del establecimiento de impuestos internacionales.
Ya no es un problema nacional como en el siglo diecinueve. Hoy la
competencia es entre las multinacionales; que operan sobre la base de los
estados más desarrollados, generando bolsones de probreza incluso en estos
estados.
Debemos crear con la participación de la sociedad toda, un instrumento de
recaudación internacional que obligue a pagar a aquellos que nunca pagan, que
evaden impuestos porque tienen instrumentos internacionales para hacerlo.
Desarrollar acciones en favor de la tributación de las transacciones en el
mercado de cambios, es afirmar la necesidad de desmantelar el poder de las
finanzas y de restablecer una reglamentación pública internacional.
Es afirmar que el interés general debe prevalecer sobre los intereses
particulares y las necesidades del desarrollo deben hacerlo sobre la
especulación internacional.
Es defender el aparato productivo para impedir su total desmantelamiento.
Estrechamente vinculado a la Tasa Tobin, se encuentra el problema de la deuda
externa. Así como es necesario fijar mecanismos reguladores de los mercados
financieros, es necesario crear un nuevo sistema para el manejo de la deuda
externa.
El peso de la deuda grava sobre el sistema fiscal, que ya en crisis, no
encuentra otra salida que aumentar la recaudación. El márgen de maniobra de la
política social se reduce, la política tributaria se va tornando cada vez más
regresiva.
Es por eso que somos favorables a toda búsqueda de soluciones alternativas para
resolver el problema de la deuda externa que contemple la protección de las
necesidades básicas de los sectores más vulnerables de la sociedad
anteponiéndolas al pago de la deuda externa.
Sobre este tema participamos recientemente de un seminario organizado por la
Presidencia de la Cámara de Representantes , FESUR y AEBU donde se planteó la
propuesta de un Arbitrajes de la deuda basada en un derecho de insolvencia
internacional inspirado en el Capítulo 9 del Código de Insolvencia de los EEUU.
Este capítulo establece las bases para un procedimiento de insolvencia de
deudores soberanos tomando en cuenta los
intereses de sus ciudadanos. La propuesta plantea la necesidad de crear un
derecho mundial de insolvencia que permita un nuevo comienzo para el deudor.
Nuevamente, en ese seminario se planteó el tema de la necesidad de una nueva
arquitectura financiera internacional, de rever los acuerdos que formaron al
FMI y al Banco Mundial, totalmente desacreditados hoy para llevar adelante
algún tipo de solución verdadera. Sus recetas resultaron peor que la
enfermedad.
De esto se trata, de poner en discusión temas que son polémicos y que tienen
varios enfoques, pero que no se pueden eludir más. Tiene que ver con el
ejercicio de la democracia.
No puede ser que la política tenga prohibido algunos ámbitos para tomar
decisiones, como los mercados financieros, su reglamentación y funcionamiento.
Pensemos en la ausencia absoluta de critica de los comentaristas económicos en
relación al funcionamiento del mercado, mientras que a menudo la credibilidad
de las medidas de política económica son juzgadas según la reacción de los
mercados. Los comentarios nunca analizan la situación contraria: la
credibilidad y la sustentabilidad de los mercados frente a la Política, que es
el lugar verdadero de composición de los intereses de todos los ciudadanos.
Pasemos al ataque, tomemos la iniciativa y hagamos que paguen los que siempre
se enriquecen y nunca pagan.
Muchas
gracias.
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