EL SOBREENDEUDAMIENTO CONDICIONA EL FUTURO DEL PAIS.
Los hechos y las consecuencias.
En
los últimos 45 años, los distintos gobiernos y la dictadura cívico-militar, han
acumulado un endeudamiento por encima de la capacidad de la economía; la deuda
hoy es del orden del 100% del producto. A corto plazo, la deuda en moneda
extranjera es apremiante; de aquí a un año, alcanza a US$ 2,902 millones, y las
reservas del BCU (deducidos los encajes) suman US$ 789 millones. La deuda casi
cuadruplica las reservas; iguala el PBI, y representa lo que obtengamos por las
exportaciones de 4.5 años.
Su
pago, además, constituye un cuantioso drenaje de recursos hacia el exterior, en
un período con graves problemas sociales para la mayoría de la población del
Uruguay.
Por
el endeudamiento, el país queda sometido a severísimas restricciones, que
condicionaran la corrección de las enormes asimetrías sociales; 30% de la
población por debajo de la línea de pobreza, si consideramos una línea de
pobreza que ha sido técnicamente muy cuestionada, y trepa al 40% si tomamos
otra línea de pobreza con mayor respaldo técnico. El porcentaje de niños
pobres, desde principios de los 90, ha demostrado ser rígido a la baja a pesar
de los periodos de vigoroso crecimiento del PBI que se verificaron. Actualmente
el porcentaje de niños menores de 6 años pobres alcanza al 56% o al 65%,
dependiendo de la línea de pobreza que se considere. Estos guarismos casi
duplican los mínimos verificados en 1994.
A
esto hay que agregar el alto nivel de endeudamiento interno- sectores productivos y familias-.
En
lo social, desempleo, subempleo, informalidad, segmentación y exclusión social,
pérdida de la capacidad adquisitiva de salarios y pasividades, deterioro de
servicios públicos fundamentales: salud, educación, justicia, vivienda e
infraestructura vial, etc. Estamos pues frente a los peores indicadores
económicos y sociales de la historia uruguaya.
La primera conclusión, por tanto, es
que este endeudamiento no se tradujo en un beneficio para la economía ni para
los ciudadanos.
Pero
también, y especialmente, nos convoca conocer los mecanismos mediante los
cuales los uruguayos llegamos a tales niveles de endeudamiento. Aspiramos a
poder determinar, entre todos y democráticamente, si podemos caracterizar como justa
a toda la deuda. Vale decir, aquella gestionada acorde a la jurisprudencia;
cuyos montos se aplicaron para el objetivo por el cual se contrató; cuyas
condiciones y compromisos de pago se podían considerar normales para el
momento, y otros elementos de interés.
Por
supuesto, esta deuda justa merece nuestro respeto irrestricto. Pero es de
principio la transparencia, a fin de que la ciudadanía disponga de los
elementos imprescindibles en este sentido.
La segunda conclusión, por tanto,
indica la necesidad de realizar una auditoría ciudadana de la deuda externa,
democráticamente, a fin de sistematizar “de qué se trata”.
En
tal sentido, surgen grandes interrogantes, como guía para el trabajo futuro:
1. ¿quiénes contrajeron los empréstitos?
2. ¿quiénes otorgaron los préstamos y bajo qué
condiciones?
3. ¿En que se invirtieron los dineros que hoy
componen el endeudamiento?
4. ¿Cómo han sido gestionados?
5. ¿Que dicen los estudios de viabilidad de los
préstamos?
6. ¿en qué documentos constan los empréstitos
públicos?
8. ¿Cuál es el monto de los pagos ya efectuados?
9. ¿qué deudas fueron contraídas por sucursales de
multinacionales o de bancos con aval del Estado?
10. ¿qué deudas privadas fueron transferidas a la
carga del erario público?
En
definitiva, en la situación actual, debemos hablar de sobreendeudamiento, y del
cual la ciudadanía desconoce cómo se llegó a él. El mismo afecta las
posibilidades de orientar los recursos nacionales y el ahorro para impulsar la
economía por una senda que solucione los graves problemas reseñados. Esta
situación tampoco atraerá del exterior inversiones productivas, que son de
mediano y largo plazo. Sólo tendremos
las de carácter especulativo, que el país no debe aceptar más.
Creemos
que es ética y políticamente necesario cuestionar y reclamar la
corresponsabilidad de los organismos Internacionales de crédito por los
resultados nefastos para el país.
Nuestra
dependencia de los organismos Financieros Internacionales comienza con la firma
de la primera carta de intención con el FMI en 1959.
A
partir de esa fecha la misma ha ido en aumento y paralelamente el país se fue
deteriorando- emigración, pobreza, etc.- hasta llegar a los niveles que hoy
tiene. La conducción económica del país, hasta el 31 de Octubre de 2004, ha sido
avalada por los organismos de préstamo internacionales y los resultados están a
la vista.
Los préstamos
del FMI, BM y BID, se otorgaron siempre, sin cuestionar el manejo
político partidario de la economía. Por lo tanto hay una gran responsabilidad de
los gobernantes, pero también de los
organismos financieros Internacionales en el endeudamiento.
Esta
conducta de los organismos de crédito ha posibilitado que el país llevara
adelante, mediante el manejo clientelístico, el modelo de economía desintegrada, cuyos resultados están a la
vista. Así el endeudamiento del país se ha convertido en un problema
estructural.
Las
condiciones de pago y las exigencias del FMI, son siempre las mismas, y en estas condiciones el país no podrá
aspirar a un desarrollo sostenible y sustentable, la historia de los últimos 45
años es la mejor prueba.
Para ello se debe recrear el ahorro interno, y para
eso es crucial acordar condiciones y mecanismos de pago de la deuda justa, en
sintonía con los objetivos nacionales.
La respuesta.
Para
revertir este profundo daño, hay que combinar la más amplia e informada
participación ciudadana, para lograr simultáneamente dos metas inseparables:
saber cómo se llegó a ese gigantesco endeudamiento y cómo se construyen metas,
instrumentos y caminos para superarlo.
Superarlo éticamente:
para erradicar el egoísmo y la cultura del menor esfuerzo, es necesario hacer
transparente no sólo la información sobre las deudas contraídas, sino sus propósitos
y manejo, en la que participaron uruguayos y extranjeros. Porque, si bien, con
responsabilidad y rigor nos comprometemos a honrar los compromisos, esto no
debe ser en desmedro de los sectores sociales que han pagado siempre los
mayores costos de las crisis y del
nivel de inversión que hay que superar.
Superarlo políticamente:
haciendo democrático no sólo el conocimiento del proceso de endeudamiento del
país, los contratos de deuda que se firmaron, las condicionalidades que se
aceptaron, sino su gestión, contenido y propósito, creando instrumentos de
participación ciudadana en todos los ámbitos que participen en ello, a la vez
que institucionalizando la Auditoria Ciudadana de la Deuda
Superarlo económicamente:
trazando planes y metas de desarrollo económico y social, para los cuales se
precisan todos los recursos que hoy devora el endeudamiento. El Uruguay
Productivo requiere de un sistema financiero volcado al desarrollo, a nivel
nacional, local y sectorial, única manera de potenciar la democracia.
Por todo ello, llamamos a la creación de una Comisión Ciudadana para la realización de una Auditoria de la Deuda pública externa e interna.