Debemos
aprender a leer...
"Los más grandes males que la
humanidad se ha infligido a sí
misma
han sido el resultado de encauzar
una Fe inquebrantable en pos de
convicciones equivocadas”
Bertrand Russell.
Todos los hechos pueden ser
positivos en la medida que hagamos de ellos, una lectura racional y
desprejuiciada. Sin miedos y creyendo en la libertad como un fin superior, no
la del discurso, sí la del respeto del otro. Siempre hay una enseñanza para
extraer, depende del nivel de autocrítica – impensable hasta ahora en los
dirigentes - que tengamos. Ahí está el cuello de botella de la cuestión.
La historia ha sido
difundida masivamente en forma descontextualizada, que es desinformación. Esto es lo que le ha sucedido a nuestros pueblos de
América Latina. Se les ha trasmitido una historia escrita desde la visión del
poder político y económico, como algo natural.
¿A qué viene esta
introducción?.
Viene a cuento de lo que sucede entre
Argentina y Uruguay por el tema de las Plantas de Celulosa, por un lado, y por
otro, los continuos entredichos en el Mercosur. La lectura que debemos hacer de
estos dos eventos no es la lectura
superficia l- anecdótica - mediática de lo diario, lo confrontativo y
discursivo de las partes, que nos distrae de los problemas de fondo. Acá quedan
muy claros varios temas centrales de la construcción histórica de Argentina y
Uruguay y de los socios del MERCOSUR.
Para ello debemos cuestionar
algunos mitos.
El primer mito que tenemos
que sacudirnos es que no ha habido democracia en el sentido profundo del
término. Hemos vivido una escasa y acotada aproximación a la misma con
discontinuidad e intercalados períodos dictatoriales. Pero la democracia es una
construcción permanente de ahí nuestra errática peripecia histórica, cuyos
resultados negativos son las enormes asimetrías sociales y económicas internas
y entre los países. Ha habido democracia formal, la del discurso oropélico y la
exaltación de personajes.
El otro mito es la
generalización del concepto de que los dirigentes políticos trabajan por
mejorar la vida de sus pueblos. Si no cuestionamos estos mitos, cómo vamos a
explicarnos que América Latina ostente hoy siglo XXI, el título de la región
más inequitativa del planeta, según el último informe del PNUD y de los propios
organismos financieros internacionales - Banco Mundial, BID – y un
endeudamiento externo que como un círculo vicioso no le permite salir de la
pobreza extrema en que viven millones. Si no cómo vamos a entender, el porque
los problemas se resuelven – mayoritariamente - a partir de la confrontación –
violenta muchas veces - que ignora los derechos, de los involucrados y del
resto de la los ciudadanos.
¿Es posible admitir que un
país que se dice democrático pueda llamarse tal y permitir al mismo tiempo que
un grupo de ciudadanos, que más allá de sus razones, atenten contra un estado
vecino, con el cual se mantiene relaciones?.
¿Que se impida el libre
tránsito entre los pueblos, regido por tratados y absolutamente natural entre
países que se dicen hermanos?. ¿De qué clase de hermanos estaremos hablando?
No tengo dudas que entre los
ciudadanos latinoamericanos no hay confrontación, sólo el interés económico y
político de unos pocos y la manipulación mediática en medio de una enorme
desinformación puede provocarla. Si no se comienza a leer de otra manera la realidad
de nuestros países, seguiremos siendo funcionales a estos manejos. Se han
escrito toneladas de papel, miles de horas de trasmisión en los medios para
contar lo anecdótico, descontextualizado. Aceptando como “natural” y
políticamente “correcta”, toda la chicana político-partidaria, cuyo fin es
detentar el poder, caiga quien caiga, dejando de lado, más allá del discurso
altisonante los intereses nacionales.
A pesar de todo este ruido,
lo más importante para el futuro si es
que aspiramos a uno mejor, no es el tema de las plantas, ni el MERCOSUR, sino
la conducta de los gobiernos y en definitivas la conducta de los dirigentes
políticos. La conducta de los medios de comunicación y la conducta corporativa
de todos los actores sociales. ¿Vamos a seguir escribiendo - ignorando la
historia - sobre lo que dicen los actores de hoy, que no se hacen responsable
de nada y no asumen?. Y sin asumir las palabras serán huecas de contenido, como
lo muestra nuestra realidad actual. Las causas centrales de las crisis de estos
países son de índole política, ética y moral. Si eso no se asume
en su verdadera magnitud e impactos, todo lo que se diga o escriba estará lejos
de la realidad. Las “soluciones” seguirán siendo parches a los problemas
estructurales que tienen como mínimo 50 años. Estos son los hechos. Todos buscan explicaciones acordes a sus visiones
de chacritas, pero ajenas a proyectos nacionales que no existen más allá de la
administración de la coyuntura.
La decadencia política es la
responsable de Latinoamérica hoy. Los gobiernos han desertado del cumplimiento
de la función, principalísima e ineludible de los estados, que es, velar y
controlar en nombre de la sociedad toda y no en beneficio de minorías. EL
estado desertor es el responsable de la aparición de los fundamentalismos;
económico, ambiental, etc. Con la conducta de ciertos grupos que se
autodefinen defensores del medio
ambiente estamos frente a una nueva modalidad de fundamentalismo.
Fundamentalismo que con impunidad pretende sustituir al estado, utilizando muchas veces información sesgada, que es
desinformación, habilitando el miedo en lugar de la razón. La
contaminación va de la mano del modelo
económico desintegrado que en el planeta se lleva adelante. Modelo desintegrado
que tiene a los países subdesarrollados rehenes de los países centrales.
Desde estos últimos surgen
ahora organizaciones que nos dicen como debemos actuar respecto del medio,
ignorando la pobreza escandalosa – que alimenta su consumismo -, con todo lo
que esto implica de degradación humana y contaminación. Ignorando que de las
relaciones económicas tan asimétricas y las inconductas políticas de nuestros
países surgen los problemas. Se ha escrito hasta hoy para minorías, las grandes
mayorías, desinformadas, han sido usadas.
Este manejo es posible por
el bajo nivel de la información calificada, que casi no existe en los medios.
En estos se utiliza todo lo que sirva al raiting o a los intereses políticos y
económicos. Otro factor relevante en la contaminación es el consumismo, más
papel, más plástico, etc. Este es el caballo de Troya que desestabiliza las
economías subdesarrolladas. La libertad de información está cuestionada. No es
tal por que cada quién publique o diga cualquier disparate sin inmutarse y sin
preocuparse por sus efectos, muchas veces a sabiendas. Esa es la “cultura”
instalada en la sociedad actual. Así hablamos del medio ambiente según los
intereses de grupos, aunque a pocos kilómetros el ambiente sea un desastre o la
pobreza los rodee. Esa conducta es el producto del estado ausente o cómplice
muchas veces.
A lo a largo de la historia
los fundamentalismos y la impunidad han conducido con su irracionalidad a no
pocas tragedias entre los pueblos. Esa es otra lectura que hay que hacer del
manejo mediático de ciertos intereses
espurios. Nada quedará, como futuro, de los gobiernos que actúan en función de
intereses partidarios y no de políticas país. La historia Latinoamericana es
elocuente al repecto.
En el caso particular de la
instalación de las Plantas para
producir celulosa en Río Negro –Uruguay -, es de rigor varias preguntas.
¿Que autoridad invocan los
vecinos de Gualeguaychú, que pueden desde su descanso en la ruta, bajo
sombrillas y sonrientes, en un acto de soberbia e impunidad, disponer de la
vida de cientos de familias que han perdido su fuentes de trabajo por esta
actitud? Es oportuno recordar que la impunidad ha sido casi una constante por
estos países ¿ya lo olvidaron? Los fundamentalistas creen que ellos tienen la
razón y que la pueden hacer valer sin medir ni importarles el daño social. Así
se ha procedido en las dictaduras de distinto corte. Las instituciones y los
técnicos han sido sustituidos por el discurso en el que se afirma que no se
puede controlar. Porque nunca se controló, nunca se podrá y entonces no hagamos
nada, ¿ese es el mensaje desde los cortes de ruta?.
¿No será mejor potenciar el
control? A más control se ha invitado a las autoridades Argentinas. ¿Por qué
esto no ha estado en los medios con lo relevante que es? Se está proponiendo
hacer lo que nunca se hizo en estos países, ¿no alcanza?.
Los pueblos que han sido
manoseados tienen que valorar la democracia, potenciarla, no negarla... Llevar
los niños a las manifestaciones, mofarse de los ciudadanos que quedan de
rehenes por el corte de rutas es una conducta que no habla bien de quienes se
erigen en defensores del medio ambiente, ni de las instituciones de un país.
Creo que todos debemos involucrarnos con el medioambiente, pero para ello
debemos solicitar un cambio en la economía que ha ensanchado la pobreza a
limites de horror, no seguir haciendo cada uno la suya. Pero de eso no se
habla, hay múltiples ejemplos en cada país. También debemos cambiar nuestra
conducta social, poco solidaria, no olvidar que no es casual que haya millones
de pobres. No se puede seguir siendo funcional al sistema y pidiendo cada uno
para su chacrita, sin importar el daño a otros.
Otra lectura muy clara
es la actitud del gobierno argentino
avalando la actuación de grupos de ciudadanos, que por encima de las
instituciones desestabiliza el orden jurídico, afectando la credibilidad en
estas y en los gobernantes. Esta conducta afecta la confianza en la región. No por casualidad tenemos
subdesarrollo. No nos quejemos si no nos creen y sólo nos miran para
“esquilmarnos” en un corto plazo, como ha sido la historia de las inversiones
golondrinas. Las inversiones, que nos interesan y que nos sirven, son las del
mediano y largo plazo y vendrán si los gobiernos respetan las leyes y las hacen
cumplir a todos.
La desinformación habilita
la impunidad y así escuchamos hablar de aspectos técnicos a personas – quizás
muchos de buena fe - detrás de
objetivos donde se admite la nefasta conducta de que el fin justifica los
medios.
Por esta conducta así nos
va. Sería bueno recordarlo.
La conducta de los
ciudadanos cortando las rutas, es un retroceso hacia la construcción de una
sociedad donde se respeten los derechos de todos. Es la devaluación de las
instituciones y deja al desnudo la conducta de los gobiernos. No fortalece la
razón y si la fuerza, la soberbia y la impunidad. No conduce a un cambio de
conducta de los gobiernos en el cumplimiento de sus responsabilidades. Se
acentúa el corporativismo.
Paralelamente asombra todo
lo que el periodismo ha escrito, mayoritariamente descontextualizado, que
es desinformación. Las Plantas están en
la etapa de construcción, no están produciendo y sin profundizar, en lo
técnico, más bien negándose a ello, se instaló la duda sobre el nivel de la
contaminación, diciendo todo tipo de falsedades con algunas verdades. Nada
impide que se siga profundizando en la información. En este marco el reclamo
del presidente Kirchner de parar las obras por noventa días, no tiene
explicación. Si quiere puede contratar a los mejores ambientalistas del mundo y
a los muchos técnicos argentinos que han sido dejados al margen hasta ahora.
Lamentablemente el viejo
juego de la politiquería sigue siendo la herramienta en estos países
sumergidos. La prepotencia del país grande, caiga quien caiga, es otra señal
negativa para la integración. Integración, es bueno decirlo, que nunca pasó de
situaciones favorables para la actividad comercial de algunos grupos. La
integración ha estado condenada siempre en Latinoamérica, porque no hay
voluntad política representando a los pueblos más allá del discurso para
llevarla adelante. Siguen primando el interés de los grandes grupos económicos
– el modelo económico desintegrado que cada país lleva adelante sigue vigente
-. Mientras en estos países tengamos una política de tipo feudal, discursiva y
un modelo de economía desintegrada, no
habrá integración, no es posible en ese marco.
Hay un profundo error
conceptual, para integrar los países también debe estar clara la necesidad de
tener integración hacia el interior de los mismos, cosa que no figura en la agenda
política de ninguno. Y los países más grandes deben ser la locomotora de
arrastre, no para pasar por encima. ¿Cómo se pueden integrar cosas
desintegradas? ¿Cómo se puede hablar de integración cuando los países no han
podido sostener un proceso democrático estable? Esta es la conducta política
fundamental, imprescindible, para hablar con seriedad de integración. Por algo
no funcionó la ALALC – 1958 -, más allá de crear burotecnocracia.
Pero hay algo relevante en
la conducta– que todos se empeñan en ignorar, por interés o por desinformados -
política de nuestros países, y es la de guardar las formas. Así sin analizar
las causas del fracaso de la ALALC, como solución, le cambiamos de nombre y así
nació la ALADI. En estos juegos hemos estado en lo últimos 50 años. La
dirigencia política desconoce el valor de la autocrítica y ha asumido
que no le interesa asumir. No tiene capacidad de autocrítica, que no es
un símbolo de debilidad, sino de grandeza. Por eso estamos presenciando siempre
los enfrentamientos, fruto de la soberbia o ignorancia del gobernante de turno
a falta de políticas país, que no existen en la región. Existe la “política” de
los grupos corporativos dominantes. Todos debemos cambiar. Los medios deben
dejar de usar los hechos para sacar raiting y dar manija según los intereses,
políticos o económicos circunstanciales. La información calificada,
transparente y sin ataduras es un gran debe y es una de las herramientas
vitales para que estos países puedan salir del subdesarrollo y atender la escandalosa
y vergonzosa crisis social, que afecta a millones.
Como en el primer año de
escuela, si queremos crecer, primero debemos aprender a leer. Sólo así podremos
aspirar al cambio.
phr@internet.com.uy Marzo 2006